Soneto

A la vista están sus ángulos y esquinas, 
su altura, arrugas y alguna que otra peca, 
rincones de tersura sin edades 
y una melena larga, como de muñeca. 

Hay lectores de su intimidad muy advertidos 
de sus límites, como un acorazado. 
Pero hay ternuras manifiestas y escondidas 
que salen a la luz por sus costados. 

Al acercarse uno a su belleza 
atraído por su voz o su dulzura 
debe saber que no hay retorno y nunca 
podrá escapar indemne a su ternura. 

Siempre hay sol en su esquina, 
mas ¡cuidado! 
que esa sensación de placer tan repentina 
si no se cuida, 
te deja desolado.

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