18 años de ausencia

Tu ausencia es mayor de edad. 
Hace unos días cumplió 18. 
No se la festejé, como aquel asado inolvidable que me hiciste para mi mayoría de edad. Rodeado de amigos, como te gustaba. 
Sacó registro, eso sí, no esperó lo que ninguno de mi generación esperaba y yo esperé sin apuros. 
Sacó registro de nostalgia. 
Cumplió 18, ya es grandecita la tristeza. 
En todos esos años me terminé de hornear como un hombre algo complicado. Transparente como una copa para algunas cosas, silencioso y desconcertante para otras. 
Y lo hice sin tu consejo ni tu espejo. 
Nos faltó eso, entre tantas cosas. 
Ahora que el vacío cumplió la mayoría, está en edad de escuchar lo que tengo para decirle, ya tiene con qué bancar algunas verdades. 
No puedo no decirle que me acuerdo de vos un rato casi todos los días, que hago esfuerzos para imaginarte jugando con Candela y Lara y poniéndote de su lado siempre, y que nunca fui tan fuerte y resuelto como esa noche, pero que hubiera preferido no enterarme nunca, que era capaz de lo hacer lo que hice. 
También puedo decirle ahora que ya no hago esfuerzos en reconstruir tu historia, ando a los saltos entre lo que me acuerdo y me cuentan, pero entregado a solo concentrarme en lo que más quise, al tipo bueno de corazón, nocturno, amigo de sus amigos, generoso y liviano de equipaje. Ya es mayor la ausencia, un día de estos, la voy a llamar para cagarla a trompadas. 

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