Tourette

El salón estaba repleto y era de los grandes, de esos con techos altos y luces y alfombra de alto tránsito. 
Rebalsaba de gente importante, de teléfonos, de relojes, de carpetas, de folletos, de blocs de papel rayado amarillo para hacer anotaciones de esas que nunca sabremos quién lee, pero que el flaco que está sentado justo al lado mío se esmera en emprolijar, en darle un orden preciso, como si en cualquier momento una de esas carillas fuera a ser proyectada en la pantalla gigante que el pelado que habla tiene detrás. 
Estoy en Lima, que es la nueva estrella del continente, la economía de los países andinos florece y Lima lidera el movimiento. 
Se hacen negocios, se abren dos o tres empresas todas las semanas, se encareció la comida, los taxis se modernizaron, los hoteles agotan sus reservas y los centros de convenciones no paran de cerrar eventos con meses de anticipación. En uno de esos estoy ahora. 
El dinero fluye, dinero grande, y los abogados especialistas en acuerdos (y en desacuerdos) tenemos que estar ahí. 
Es a lo que me dedico. 
Y soy bastante bueno. 
Pero tengo que admitir que me aburren estas maratones de gente que se desespera por mostrar lo buenos que son, lo atractivos que pueden ser sus negocios, lo dinámicos y emprendedores que pueden ser los empresarios peruanos y eso. 
Habla uno ahora, americano, que se parece al hermano de un amigo mío, que como es un tremendo pelotudo no puedo menos que endilgar al pobre que se esfuerza en pronunciar algunas frases en un español pésimo, el mismo rótulo categórico y definitivo. 
Me aburro desde que llegué. Me salvó mirar con atención al petiso que está enfrente de mi silla, que no le saca os ojos de las tetas a la escribana que tengo al lado mío. 
Y esas sonrisas que le tira a repetición, y la manera estruendosa con que festeja cada participación de la notaria. 
Cuantos pantallitas reflejando luces de teléfonos y aparatos encendidos! en todas las mesas casi todos chatean, buscan datos, se meten en twitter, ponen cara seria, como que están transmitiendo en vivo lo que se dice, pero los adivino preguntando cómo les fue a sus hijos en el colegio, o como salió el partido de su equipo anoche.
 -"¡Vámonos doctor! ¿qué esperamos? ¡rajemos de acá a la pileta del hotel!" 
No puedo irme, no el primer día. Y menos cuando en unos minutos nada más, ni bien termine de hablar el pelotudo, viene a darnos una charla Álvaro Uribe, el ex presidente de Colombia. 
Pagaron mucho por esa charla los organizadores, no me puedo ir justo en ese momento. 
El aire acondicionado está funcionando mal, o se quejaron las mujeres, porque estaba bueno hace un rato y ahora me empieza a correr un hilito de sudor, finito, imperceptible, por la frente. 
-"¡A la pileta doctor!" 
Encima el salón es medio vidriado, y el sol limeño hizo ya lo suyo dejándolos a temperatura para freír huevos. 
Me desconcentran los ruidos de los caramelos que se pelan. 
Una orquesta rudimentaria de crashes crashes en La menor. 
-"¿Qué te pasa doctor? ¿Estás nervioso por algo?" 
Se me secó la boca. 
Y la mesa con las botellas de agua está como a 30 metros. 
-"Doc, ese flaco de bigotes, ese, el colorado que esta tan atildado, ¿no es el que vimos anoche entrar al hotel con la morocha esa de tacos de dos metros? 
Siiiii, es el mismo, 
¡Qué putañero! y vos que te fuiste a dormir ni bien entraste al cuarto". 
Me estalla la cabeza. 
Qué histérico el flaco de azul que no deja de mirarse los zapatos. 
Son lindos mocasines, pero no entiendo porque los mira a cada segundo. 
¿Cómo se dice mocasín en inglés? 
Preguntar, anoto yo. 
-"¡Dale gordo vamos! 
¡mandá todo al carajo si faltan dos días!" 
No me puedo concentrar, pienso, mientras hago un movimiento asintiendo con la cabeza como para que me vea el pelotudo que habla. 
 "¡Mirá qué ojazos la morocha esa nena! ¡Me parece que te está buscando la mirada!" 
Al fin aplausos.
15 minutos para ir al baño y volvemos que viene Uribe. 
Ya termina. 
Voy al baño picando en punta, se llena y la verdad es que aunque no tenga ganas necesito mojarme un poco la cara. 
Despabilarme. 
Sonrío un poco más. 
Justo se lava las manos al lado mío el que acaba de hablarnos desde el escenario. 
"Great speech", le digo, y me sonríe con la sonrisa idéntica al pelotudo del hermano de mi amigo. -
"Sos un hijo de puta, ¡si ni lo escuchaste!" 
"Andá a buscar a la morocha, te debe estar buscando en el salón¨. 
Me hizo bien despejarme, voy rápido a la puerta para que me pegue el aire fresco, pero no hay aire fresco posible en Lima en Marzo, me resigno - 
“Señoras y señores, es un privilegio para nosotros presentar al ex presidente de Colombia, Alvaro Uribe, que nos hablará de cuestiones vinculadas a la seguridad y las inversiones”. Aplausos de todos, de pie. -
"Es un facho este che, vamos". 
Se hace un silencio de esos que despiertan expectativas. 
Un carraspeo del gordo que durante la charla anterior durmió de manera magistral, sin que se notase, casi con los ojos abiertos, una profunda siesta de 20 minutos. 
Uribe habla, con ese arrastre de erres tan colombiano. Y todos escuchan. 
-"No lo hagas". 
Me estalla la cabeza. 
-"No lo hagas, te van a meter preso". 
No soporto este calor que hace, qué pasa con el aire acondicionado… 
-"Ya está, llegamos hasta acá, aguantá un poco y nos vamos, pero callado". 
La boca seca, no me da ni para tragar saliva. -
"Noooooo". 
Me paro, camino hasta el medio del salón ante la mirada de todos. 
Hay poca luz, pero es notable que estoy rumbo al centro del salón. 
-"Espera". 
Espero que me vea, que me mire a los ojos, y le grito 
"Uribe y la remil puta madre que te parió. Puto". -
"Qué boludo sos doctor, y vos Tourette”. 
Me sacan por la fuerza del salón. 
Al aire fresco. 

Comentarios

Entradas populares